Hace varios años, en el año 2004, leí la reseña del libro “Montedidio” de Erri de Luca, era una presentación de su libro en el suplemento Babelia del diario El País. Era una mañana tibia de fines de invierno y fui paseando desde casa hasta el Turó Parc (Barcelona), uno de mis parques favoritos de la ciudad por su tranquilidad, su arquitectura y su belleza. Andando en bici unas cuantas calles desde casa a través de la Av. Diagonal, era un paseo habitual, lejos del ruido y la masa de turistas del centro de la ciudad. Este parque era en ese entonces un rincón escondido del bullicio y movimiento donde los vecinos y vecinas podíamos pasar las horas disfrutando del aire libre en plena ciudad, un lugar ideal (tranquilo y poca gente) para tomar algo calentito en invierno leyendo el periódico y hacer fotos.



estas fotos las hice varios años después, en marzo de 2008
Este escritor italiano comenzó su carrera en años tardíos, tenía 40 años cuando publicó su primera novela. Este dato fue suficiente para mí, ahí me quedé prendada de su historia: antes de ser escritor tuvo oficios varios, tales como conductor de camión, trabajador de almacén, albañil en Nápoles y Francia, voluntario en Tanzania, trabajador de pista en el aeropuerto de Catania y durante la guerra en la ex Yugoslavia hizo de conductor de convoyes de ayuda humanitaria. Luego, comenzó a escribir y aprender idiomas de forma autodidacta, y hasta la fecha es reconocido como uno de los principales escritores italianos.
Al terminar de leer tremenda historia y dar por finalizado el paseo me fui a la librería a comprar su libro, me lo leí en un abrir y cerrar de ojos. Y mientras leía no podía dejar de pensar en mi papá, él también tenía que conocer el libro y sobre todo la vida del escritor. Más adelante, cuando me fui de vacaciones a Chile, le llevé el libro de regalo a mi papá, que es un lector empedernido, entre otras cosas le dije que él también podría escribir sus propios libros, argumentando que tiene historias de sobra que podrían dejar asombrados a más de alguno. Mi papá es un hombre culto, devorador de libros, conversador, que ama conocer y muy inteligente. Bueno, obvio que no me hizo ningún caso cuando le planteé lo de escribir pero le gustó mucho el libro.
Esta historia siempre me ha rondado, la suelo recordar de vez en cuando y supongo que también me ha servido de forma consciente — inconsciente como impulso e inspiración para empezar a hacer lo que amo y ponerme en el lado de la creación, confiando en mi camino, en todo lo recorrido. La experiencia de este hombre italiano; ha impactado mi vida, de cierta manera ha influido o motivado cambios en mí. Y así como él seguro hay muchas más personas y sus historias de vida las que han influido en mis decisiones o acciones en las distintas etapas de mi vida. Y aclaro, es inspiración lo que suma a los cambios, aires de nuevos rumbos con miras a nuevas posibilidades. Estoy segura de que si nos detenemos a pensar, todos tenemos esas fuentes de inspiración alrededor: una conversación, un libro, una canción, un relato oído al paso. Es cosa de estar atentos.
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