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Desde el año 2020 que entramos en tiempos covid y la verdad que ha dado mucho de sí toda la situación, en todos los ámbitos de la vida privada y pública. Para mí ha influido en todo, verdaderamente no soy la misma persona que era en marzo de aquel año.
Hablar del covid no es mi intención, ya es suficiente con todo que se dice cada día al respecto.
Lo que si me interesa y mucho es lo que sucede ahora, en que parece que todo está volviendo a una cierta normalidad (esta palabra ya me tiene un poco harta también) en nuestras vidas. No sé si soy tan consciente de todo lo que significan los cambios en mí y mi entorno.
El año 2020 fue crítico en muchos aspectos, me vi inmersa en un punto de no retorno por distintas situaciones familiares. Tuve que abordar temas como mujer, con mi pareja, como mamá y también como hija. No todo fue dulce y rosa, mas bien hubo momentos de mucha rabia, dolor, tristeza, confusión, incertidumbre, aguante.
Que hice? primero, tolerar al máximo las situaciones por un bien mayor, luego resistir como pude, después cuando ya no pude esquivar las situaciones porque me explotaban encima, me detuve y me dispuse a sentirme con la profundidad de mis emociones. Busqué apoyo, todo el que pude.
En mi búsqueda personal di con varias opciones: terapias complementarias, autocuidados, meditación, visualizaciones, audiolibros, música, pintura, ejercicios, lectura, entre otros. Por ratos me iban muy bien, aparecieron momentos de calma y luz entre tanto caos. Más adelante, mi pareja presentó una crisis severa de su enfermedad autoinmune y eso dolió a todos los niveles, removió el caos externo que ya de por sí era bastante.
La enfermedad como camino siempre es un temón, vivirlo de puertas adentro es intenso, doloroso, solitario y muchas veces confuso. Si bien la enferma no soy yo, ver a mi pareja en situaciones de dolor intenso, desánimo y debilidad física fue, y es, en ocasiones desolador. Más cuando mi sensibilidad es máxima.
Puse foco en estar en el máximo equilibrio posible, pero me equivoqué. Equilibrio y resistencia no son compatibles, ni siquiera son sinónimos. Me costó darme cuenta y en el camino derramé muchas lágrimas. Estar en resistencia o aguante es estar en un estado de alerta y control que pasa la cuenta. Me derrumbé muchas veces.
A fines de 2020 comencé con las canalizaciones y meditaciones guiadas, profundas. Comencé a ver la luz al final del túnel, comencé a comprender que entregarme y fluir eran el camino, el inicio. Llegó el verano, la luz del aire libre y las vacaciones me dieron un alivio maravilloso. A todos.
Este periodo pandémico que lleva mas de dos años ha sido agotador en muchos aspectos, ciertamente, aunque prefiero centrarme en todo lo bueno que hemos recibido. Como dije al principio de este escrito, no soy la misma persona y esos cambios son significativos y los abrazo con mucho amor. Aprender a través de la enfermedad, la muerte de muchas personas y el dolor emocional por distintas circunstancias, como también de la solidaridad, la entrega y la empatía de gente anónima. Tanto por lo cual dar las gracias!
Y ahora que todo parece mas “normal” estoy segura de que no hay vuelta atrás. La vida es bella.
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