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Ha llovido desde ayer noche; mucho viento, chaparrones que parecían volar, algunos intervalos de silencio y calma, lluvia suave nuevamente. Así toda la noche, así toda la madrugada.

Esta vez me siento tranquila, algo es diferente. ¿Podría vivir así?, me pregunto. El lago recibe el agua, el arroyo va resuelto hacia él. Las aves vuelan y graznan a la luz del día.

Magia, cóndores. Sueños vívidos. ¿Qué se abre para mí? Venir hasta aquí para despedir el invierno, para darle la bienvenida a la primavera, es un regalo. Lo atesoro con la ternura de mi alma.

Plenilunio, eclipse y equinoccio aquí en la naturaleza, en la vida sencilla. Todo en paz en medio de la demencia, el caos, la confusión de allá afuera.

Sinceramente, no tengo ni idea. Solo sé que algo está sucediendo, lo sutil se presenta amorosamente. Tal vez sea yo…realmente no tiene importancia saberlo, igualmente ocurre.

La casa recibe la lluvia cayendo con fuerza. Es un refugio. Pienso en el sueño que guardo en un trozo de papel couché. Ese que guardo cerca de mi cama y me hace soñar con bosques.

Aquel que me ayude a conseguirlo, será llevado en mi corazón toda la vida, pienso. Agradecida. En este lugar siempre tengo la sensación de que todo es posible.

Estoy en el puente sobre el lago para llevarme al umbral de mi asombro. Así, mi trocito de cielo en el espejo de agua, mi trocito de fuego a lo lejos, el Ruka Pillán en plena majestuosidad cubierto de blanco.

Acuérdate, sé respetuoso/a con mi trabajo, si no te gusta simplemente busca otro contenido acorde contigo, seguro lo hay. Y por supuesto, puedes compartir lo que publico, mencionándome en las entradas que hagas a través de cualquier medio.

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