Hace algunas semanas en el lago, al fin pude atender lo que ya hacía mucho tiempo venía sintiendo en el cuerpo; las sensaciones, las ideas, el calorcito de la fuerza que empuja.
Sabía que lo que hiciera debía quedar grabado para compartirlo y que poco a poco se materializaría la forma en cómo debía ejecutar la acción. No es premeditado, apenas practicado sino por el contrario es imaginado a fuego lento. Despacio, por partes.
Es un proceso. Sí, antes esto no lo tenía incorporado, ahora veo que los procesos son imprescindibles para la vida. En todo. Y qué difícil se me hace vivirlo. No es el resultado, es el camino. Tampoco es un medio, solo ES.
Y digo, ¿a qué viene un ritual? este ritual en particular porque otros que andan rondándome, mucho antes que este y que aún no han sido concretados, quedan a la espera. Definitivamente, este tomó delantera y no es casualidad. Claro que no.
R I T U A L
Me gusta buscar palabras contenidas en las propias palabras y este se me escabulle, no quiere eso, solo desea S E R.
Y lo dejaré así, siendo, para que me ayude a mi también a solo ser en un sentido literal y total. Entregándome a lo genuino que me habita. Liberándome de los dogmas —míos y de terceros—, viviéndolo sin pautas, en libertad. Al menos la libertad que puedo alcanzar hoy.
La inquietud interna me moviliza, como si la fuerza que me sostiene gritara hazlo! Y lo hago. Esta vez se trató de un ritual, un ritual que me conectó con lo subterráneo, el agua en todas sus formas y con la vida.
El lugar no es casual, es elegido. Más bien el lugar me eligió a mí, hace años. El agua del lago, el rocío de la mañana, los arroyos, las vertientes que brotan, las cascadas, la lluvia, la bruma húmeda, absolutamente todo resuena en mí de tal manera que no puedo resistirme .
Este cuerpo de agua profunda, la cordillera con su columna volcánica y la nieve con sus cristales que la conforman, los bosques templados, todos en unidad se constituyen como mi CASA~NIDO~REFUGIO~TEMPLO y confío. Es el mejor lugar para que el ritual de paso a una nueva forma de vida suceda. Todo está tranquilo. Los astros lo favorecen.
Es el día. Ha habido una planificación fallida, algo pensado no sucederá y suspendo. Al día siguiente reanudo y digo, no es necesario perfecto, será hecho. Es lo que necesito. Me siento acompañada, siento la TIERRA, el espíritu gaiano es mi guía.
El día está gris y es perfecto, la bruma sobre el espejo de agua trae más agua. Los ánimos alrededor están tranquilos excepto uno y necesito que lo esté. Pido ayuda. Me preparo, pongo todo en su sitio a la orilla del lago donde suaves olas besan la arena. Mi ropa sencilla, mi rostro y manos pintadas con el árbol de la vida, tomando la araucaria andina como tótem, resonando con la calma y serenidad de los bosques milenarios de Icalma. Les hago un llamado a mis ancestros; que mi árbol se haga presente.
Ahí están mis cómplices: ramas y flores de un arrayán, aterciopeladas y blancas reflejando la pureza de su ser, la pureza de todas las almas. Cuencos de arcilla contenedores de agua y frutos del avellano, ambos cotidianos de este territorio que sus gentes habitan y conocen desde hace generaciones la sabiduría ancestral. Humo de palo santo para sahumar y también para atraer a mis ancestros a orillas del lago y los pies del volcán que a lo lejos observa majestuoso. Velas para encender el fueguito, el calor de la vida, la conexión con la maravillosa capacidad de vivirnos. El lago, las nubes y el bosque. Y por supuesto, la Tierra que todo lo sostiene.
A veces una hace cosas simplemente que emergen de algún lugar recóndito del espíritu, de la mente, del cuerpo, de los susurros internos. Y ahí, de pronto se materializan y nos quedamos serenas, en un estado de quietud que se expande.
Un ritual: tan sencillo y tan potente. Para mi un ritual de paso, un bautizo, uno que resignifica el sentido y la forma de vida que visiono para mí, mis afectos y humildemente, también para quienes hagan suyo este paso: tomar cada quien nuestro lugar, tomar nuestra vida y amarla profundamente. Reconocernos, libres y soberanos, volver al origen, una y otra vez. Una y otra vez.