Encuentros fugaces con personas desconocidas que sin saber bien cómo, resuenan en las profundidades de la mente.
Conversaciones que quedan suspendidas igual que ecos en las paredes de las montañas, punzando en los oídos.
Palabras que a veces pesan cuál lapida difícil de sostener porque no están sobre una tumba sino sobre la vida.
Personas que llegan y se largan como si su paso fuera insignificante y no saben, vaya que no saben.
Y yo que sí sé y conozco mi amor, mi consciencia , mi vida, doy vueltas y vueltas en el encierro. Pido clemencia a mis pensamientos, a mi sentir.
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