Darme cuenta de que muchas veces me dejo llevar por la necesidad o escasez y la urgencia de llegar a alguna parte, es demasiado importante.
¿Por qué creo que debo de hacer cosas o consumir constantemente cualquier tipo de asuntos/productos/ideas o lo que sea —triviales o de mayor relevancia—virtuales o reales? He concluido que da lo mismo el porqué, aunque no lo ignoro, ahora pienso y siento que ese no es el punto. Sé que se trata de una desconexión avasalladora y sigilosa pensar que “debo hacer algo”, convirtiéndose en una trampa total. ¿Qué más hacer además de VIVIR?
Dirigir mis pasos hacia la tierra es un llamado sentido desde hace mucho y hoy leía a Agusta S., una chilena viviendo en México, y sus palabras me hicieron todo el sentido del mundo y aquí las parafraseo, dándole el énfasis que para mí también es preciso:
La Tierra es medicina, trabajar junto con ella es V I T A L en un sentido literal. Cuidar un jardín, una huerta, un bosquecillo o las macetas de casa. Cada quien con lo que tiene a su alcance y a su manera, ojalá con la intención de encender su propia sabiduría.
Habitar nuestra relación tierra-cuerpo dos organismos absolutamente V I V O S íntimamente relacionados. Libres de explotación —exigencias absurdas y obligaciones opresoras— como reflejos del GRAN MISTERIO, en palabras de Agusta. ¿Para qué tanto rehuir de nuestro propio espíritu?
La Tierra, el suelo donde todo nace, crece y se sostiene, fuente de infinita de A B U N D A N C I A que también nos invita a mirarnos amorosamente en nuestra propia riqueza.
Dejarnos guiar en todo momento por ella, que nos muestre los tiempos y las maneras de hacer, que nutra nuestra mente, espíritu y cuerpo. Permitir que esto suceda para nosotros, nuestras familias, ojalá en la sociedad.
Descanso y Contemplación como espacios de aprendizaje e integración. Asimilación de lo vivido diariamente porque nuestros procesos son importantes más si son compartidos con quienes amamos. Contando también con la diversión de lo simple: los vuelos de los pájaros, la brisa, la lluvia, nuestras mascotas y por supuesto, con el juego de nuestros hijos, sobrinos o ahijados; la infancia es primordial.
Vernos, sentirnos y vivirnos como las semillas de V I D A que somos en este gran vergel llamado T I E R R A.
Y durante unos días, insistentemente ha venido a mí esa evocación de cómo vivía cuando era jovencita o siendo niña, en la sencillez del gozo y disfrute de lo cotidiano. Compartiendo, estudiando, jugando, aprendiendo con un innato sentido de V I D A sabiéndome totalmente sostenida por la propia existencia, por mi espíritu y el GRAN MISTERIO de manera natural.
Y todo esto No para llegar a alguna parte ni ser algo distinto a lo que S O Y/ S O M O S, si no para VIVIR.
Estoy segura de que poniendo foco en esto es que TODO lo demás simplemente SUCEDE.
Y este recordatorio que se ha vuelto mantra—VIDA SUSTENTA VIDA.
Y como el verso de la canción de Minuk —ESPERANZA EN LA VIDA QUE PERDURA.
Gracias Agusta por traer este tremendo mansaje desde la selva que amas.
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