Sé que no eres bosque más en tiempos pasados quien hizo este camino tuvo la visión de que la entrada a este lugar fuera como es; un callejón que en todo su recorrido llevara una hilera de árboles que le dieran la bienvenida y también la despedida a quien transitara por él.
Cierto, no eres un bosque, tampoco nativo ni mucho menos endémico. Me cuestiono si esto importa. Observo tu porte imponente, que se funde con otros cien más como tú. Tu estirpe aquí no es bien vista, algunos te codician, tu madera es dúctil, tus hojas aromáticas, perennes. Portas medicina que ayuda a nuestro sistema respiratorio cuando se precisa.

No eres bosque, sin embargo eres árbol. Tú y los tuyos dan belleza a este paisaje con sus alturas que tocan el cielo, tu follaje de color verde y plata se mece al viento luciendo con el atardecer. Has convertido este callejón en un lugar que da gusto caminar.
Sí, ni endémico ni nativo, ahí están todos siendo refugio y casa, también belleza. Oxígeno. Muy altos dicen algunos; sus copas suenan y resuenan con las ventoleras e incluso con la suave brisa confundiéndome porque no sé quién empieza el movimiento. Quizá tú, árbol verde plata, desde abajo y hasta lo alto con tu danza al viento.
Pájaros, conejos, bichitos que no alcanzo a distinguir y no sé nombrarlos, te habitan, te conocen, te agradecen, te admiran. Yo no soy árbol, ni endémica ni nativa, y te admiro.
Quién con su visión los plantó en una larga hilera hoy no se encuentra por aquí, no sabemos dónde está. Todo es distinto, ni las viñas nos acompañan ya. Otros tiempos con nuevas caras, nuevas familias, otras formas, otros deseos. Aunque pensándolo bien, tal vez esto último no sea tan diferente, no puedo asegurarlo, más la tierra, el aire, el sol, y el agua conocen y saben, nos atraen y nos reúnen.
Tú árbol caído, árbol cortado, árbol denostado no sientas pena porque yo simple mortal que no soy endémica ni nativa, sí reconozco quién eres. Y qué más da dirás tú… Tranquila dices; yo sé que soy árbol, sigo siendo árbol con mis raíces profundas y firmes, mi copa hacia el cielo, alta tan alta como me da la vida. Bailo con el viento, resoplan mis ramas, mis hojas junto al temporal. El sol y la luna conversan conmigo, son mis amigos. Peucos, lechuzas, tiuques, halcones peregrinos me habitan y se refugian en mí. Muchos pájaros revolotean y hacen nidos, me regalan alegría con su vida. Lagartijas me hacen cosquillas y los conejos hacen madrigueras alrededor. Señora humana mi vida de árbol es completa y hermosa, tal como fue soñada para mí.
Ah! olvidaba el agua. Cuando el agua con sus lluvia me visita me recorre suave o intensa. Me baña o me sacude; ella sí sabe, ¡Cuánto sabe!. Señora humana, tú no estés triste, mi vida es plena en este lugar. No soy bosque soy árbol y junto a otros he crecido. Lo mismo que yo, sus vidas son completas. ¿Qué otra cosa es un árbol sino árbol?
Sr. Árbol, mi pequeño mandala es un juego, mi entendimiento quizá un breve suspiro. Señor Árbol, no hago leña de ti sino un juego contigo y ahí estás con nosotros regalándonos armonía, sonidos, fuego.¿Qué es todo eso? Vida. Me doy cuenta, y con humildad, recibo la vida que sigues entregando con tus ramas y sus trozos. Tú siendo árbol y yo siendo humana, la vida es completa.
Acuérdate, sé respetuoso/a con mi trabajo, si no te gusta simplemente busca otro contenido acorde contigo, seguro lo hay. Y por supuesto, puedes compartir lo que publico, mencionándome en las entradas que hagas a través de cualquier medio.