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Mi primera Navidad en Barcelona, no fue en Barcelona. Nos fuimos a Euskadi. Sin embargo, todo la temporada navideña la viví en la ciudad. Que extraña sensación la de vivir navidades en invierno.

Las luces de la ciudad y visitar el nacimiento en la plaza del ayuntamiento me dieron la posibilidad de vivir algo totalmente único y distinto para mí, y me fascinó. Ver la ciudad vestida de luces, vitrinas comerciales engalanadas con mucha dedicación (comercial, ciertamente) y creatividad. Esto ultimo fue lo que me atrapó. Cuanto talento, cuanta creatividad.

Como la ciudad me pareció de dimensiones tan amables, desde un principio me dispuse a caminar por ella para conocerla lentamente. ¿Dije que el primer año me lo tomé sabático? Pue sí, lo hice. Tenía 24 años, lo podía hacer y lo quería hacer con todas mis ganas. Me sentía tan agotada de estudiar sin parar y luego trabajar, que necesitaba descansar, detenerme. Entonces tomé la decisión de hacerlo, podía hacerlo porque tenía ahorros y los gastos eran compartidos con mi pareja que estaba estudiando en la escuela de cine. Pude hacerlo fundamentalmente porque me escuché y me atendí.

Ese año sabático dio demasiado de sí. Y caminar se convirtió en mi nueva forma de vida casi a tiempo completo. Por eso, para esa primera Navidad, la ciudad me pareció un nuevo paisaje que debía conocer en su plenitud. ¿Dije que la temporada navideña es de mis favoritas del año? Pues imaginen como pude sentirme al descubrir mercados navideños alrededor de la Catedral inmersa en el Barrio Gótico, paseos peatonales iluminados con distintas escenas que nos recordaban el nacimiento o la efervescencia de esas fechas, el árbol de Navidad y el pesebre en la plaza de la Generalitat en la Plaça de Sant Jaume, las fachadas de los edificios señoriales y sus adornos. Y el frío.

Caminar abrigada, comer castañas asadas, tomar chocolate caliente con churros recién hechos. La noche a las 7 de la tarde. Algo de nieve, alguna vez. Me sentía en un cuento de Navidad que alegraba mi corazón y que hizo que la añoranza de mi familia y amistades fuera un poquito menos triste o al menos que pudiera convivir en paz con ese pequeño vacío.

La primera Navidad compartiendo con nuevas amistades, algunos conocidos, con costumbres distintas y nueva forma de vida. Regalos simbólicos y llamadas telefónicas a Chile para celebrar dos veces la Navidad, una en BCN y otra en casa con mi familia a miles de kilómetros. Con sonrisas, lágrimas y esperanzas por la nueva vida que estaba construyendo.

Acuérdate, sé respetuoso/a con mi trabajo, si no te gusta simplemente busca otro contenido acorde contigo, seguro lo hay. Y por supuesto, puedes compartir lo que publico, mencionándome en las entradas que hagas a través de cualquier medio.

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