Recuerdos, actualidad / Motivos de la partida. Idealización. Esto es lo que escribí en mis apuntes de mi diario para recordarme escribir acerca de Barcelona.
Esto surgió por una conversación con mi marido, él dijo que parece que idealizo la ciudad y mis vivencias. Contesté que no, muy segura. El agregó que con el tiempo al ir leyendo esta sección ha podido entender mi relación con la ciudad, no antes mientras vivíamos allí si no ahora después de muchos años puede apreciarlo a través de mis textos.
Aunque soy consciente de mi amor por Barcelona, conozco bien los motivos por los cuales decidimos partir. Antes me quedaba mucho más en lo superficial; lo que se me hacía muy pesado mientras vivíamos en nuestro pisito del barrio de la Villa de Gracia: el ruido, la cantidad ingente de personas tanto de día como de noche, el costo de la vida que subía a paso agigantado, como la ciudad se transformaba a ritmo de consumismo, acoso inmobiliario y más cosas. Y en estos años aquí en Chile que me he abierto a ahondar aún mas en el desarrollo personal y al autoconocimiento puedo distinguir del pasado otras grietas, tal vez las más reales y ciertas que me llevaron a la imperiosa necesidad de dejar la ciudad.
Ahora, en retrospectiva sé que las cosas podrían haberse hecho de otra manera, y no estoy segura de si hubiese tomado la misma decisión de marchar, o si en cambio habría tomado otras medidas sin esperar a estar en un bucle doloroso de ansiedad y angustia. Podríamos haber cambiado de barrio, de piso y de trabajo, incluso podría haber venido a Chile por unos meses y luego volver renovada. O tal vez haber tomado con determinación y hasta el final la realización del viaje de identidad que comencé al estar ahí. Saberme extranjera, descendiente de catalanes, y haber honrado mi genealogía, el árbol de mi clan familiar, alejándome de ideologías, prejuicios y resentimiento. Tal vez unas buenas constelaciones familiares me habrían ayudado.
Y también sé fue lo que fue y lo viví de la mejor manera posible, disfrutando, amando y conociendo, aprendiendo. ¡Tanto!
Por eso siempre pienso en Barcelona como una gran escuela de aprendizaje y belleza, donde se conjugaron ingredientes sagrados para mí: familia, pareja, arte, espiritualidad, calidad de vida (aunque suene contradictorio). Y grandes dosis de autoconocimiento. Puede que tenga idealizado esos años, soy humana y tengo sesgo, claro que sí. Y lo mejor es que no me importa, no estoy inventando un monstruo, si acaso estoy intentando desentrañar de entre mis redes neuronales, mi piel, mi corazón lo esencial de mi vida en la ciudad. Para mí, tal vez para mi hijo a futuro.
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