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Me parece que nunca he comentado por qué escribo esta sección en el blog y pienso que ahora es el momento perfecto para hacerlo. O pensándolo un poco, tal vez algo he dicho, pero no como lo diré hoy.

Cuando tenía 19 años visité por primera vez esta hermosa ciudad, tan diferente a como es ahora. Era casi el final de un viaje en el cual recorrí varias ciudades de distintos países. Recuerdo que después de unos días recorriendo sus calles y visitando lugares emblemáticos de la ciudad, mientras paseábamos por la zona de la estatua de Colón al final de la Rambla Santa Mónica, justo antes de cruzar hacia el Maremagnum, recibía con ansias los cálidos rayos de sol mirando hacia la apertura de la avenida que dejaba frente a mi el puerto y el mar Mediterráneo. Precisamente ahí, sentí dentro de mí esa sensación de certeza que me sorprendía diciendo voy a vivir aquí. Y entonces, caminando hacia las ramblas sobre el mar, se lo dije a mi amiga, como quien formula un gran deseo o manifiesta una gran intención: me encantaría vivir en esta ciudad. Estoy segura de que esa certeza interna, esa voz que se asomó potente y sutil, fue una semilla que hizo que años después todo se diera para que mi sueño se cumpliera.

Desde esa vez, en aquel viaje, la ciudad la sentí parte de mí, haciendo que me uniera a ella inevitablemente. Luego, vivir en ella por casi 10 años hizo todo lo demás; amarla, conocerla, vivirla. Sinceramente, no quería irme de la ciudad, sí quería hacer cambios importantes porque ya no podía ni quería seguir viviéndola de la misma manera. Mi estrés y mi ansiedad eran tan grandes que no pude soportar más la cantidad de gente que se desbordaba por todas partes, ver cómo la ciudad amable se estaba transformando en lo invivible me dolía demasiado. Hoy, seguramente, mi decisión habría sido mas templada, menos drástica, tal vez dejar la ciudad no estaría en mis planes —pero eso ya no importa.

Esta sección la abrí para poner a Barcelona en el mapa de mi biografía libre de dolor. Sí, lejos de la nostalgia o de la melancolía, más bien para rescatar partes de mi vida que deseo con el corazón sobrevivan en los años. Porque en Barcelona me forjé como adulta responsable de mí misma, como pareja en la relación más significativa de mi vida y también como nieta de inmigrantes catalanes y españoles. Mi vida cambió absolutamente al vivir en Barcelona y le estoy muy agradecida a la ciudad que me vio crecer, madurar, atravesar desiertos, sentirme perdida en las tormentas y también la que me abrió los ojos a una forma de vida en mi corazón.

Acuérdate, sé respetuoso/a con mi trabajo, si no te gusta simplemente busca otro contenido acorde contigo, seguro lo hay. Y por supuesto, puedes compartir lo que publico, mencionándome en las entradas que hagas a través de cualquier medio.

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