Skip to content Skip to footer

Publicado por Claudia Hervás Arman

El arte de alguna manera siempre ha estado presente en mi familia. Uno de mis bisabuelos por parte paterna, Lope Fernández Martínez de Ribera, fue escritor, guionista, crítico de cine y director de la revista Popular FIlms muy reconocida en la época. Uno de sus siete hijos ha sido copista de El Museo del Prado durante muchos años y entre la familia hay algún músico y actor de formación. Por otro lado, a mi abuelo por parte materna, siempre le gustó pintar y lo hacía muy bien aunque nunca se dedicó a ello profesionalmente. Trabajaba en una editorial de novela gráfica. Con estos antecedentes es natural que desde bien pequeña mis padres me llevasen a visitar exposiciones y disfrutásemos juntos de la Fundació Joan Miró de Barcelona o de la galería de los Uffizi en Florencia. Aún ahora puede trasladarme al momento que vi por primera vez al hermoso David de Miguel Ángel y cómo me daba cierto miedo mirar a la medusa de Caravaggio y me pasé un rato mirándola a través de los dedos de las manos que tapaban mis ojos . 

De pequeña me gustaba mucho dibujar y hacer manualidades así que me apuntaron a clases en una fantástica escuela donde no solo hacíamos los dibujos que quisiéramos sino que también hacíamos grabado al linóleo, figuras de barro y esculturas con trozos de madera entre otras cosas. Fuí bastantes años pero a medida que me hacía mayor se me hacía un poco difícil compaginarlo con los deberes del instituto y lo acabé dejando pero no por ello dejé de dibujar o hacer cosas con las manos. El leer y hacer cosas con las manos siempre ha sido mi vía de escape, me abstrae totalmente, ya puede partirse un rayo a mi lado que si estoy absorta haciendo algo no dejaré de hacerlo. 

Otra de las actividades que desde siempre he disfrutado mucho ha sido en la cocina. Elaborando platos o haciendo de pinche ayudando en los rebozados, aún ahora si mi madre prepara croquetas me espera para que la ayude con el rebozado porque sabe que uno de mis placeres culpables es chupar el rebozado que se te queda entre los dedos al acabar. A lo largo de los años las actividades han ido cambiando y ahora descargo la “creatividad” haciendo repostería para la familia. Disfruto pensando en hacer un nuevo pastel, tarta dulce o salada, pan, bollería, etc. Me he llegado a despertar de la anestesia de una operación sintiéndome una chef repostera que esta creando un súper pastel de colores brillantes. A la manera de el “Petit Chef”, un anime que veía de pequeña y como podéis comprobar me marcó mucho. Me alucina ver las reacciones químicas que producen la harina, la sal y un poco de levadura para crear un buen pan y sentirme un poco un científico loco midiendo milímetro a milímetro las proporciones. Muchas veces la inspiración de un nuevo pastel me llega a partir de la novela que estoy leyendo en el momento y por eso decidí entrelazar mis dos pasiones, la lectura y la cocina en mi perfil de Instagram dónde cada imagen va asociada a un fragmento de libro. 

Con la idea de hacer algo con las manos en mente, en el momento de escoger el bachillerato me decanté por la rama artística que tuve la suerte de poder hacer en la prestigiosa Escuela Massana de Barcelona. Allí decidí que realmente dedicarse al arte es muy complicado y que a mi alrededor había gente mucho más capacitada para ello. En segundo año tuvimos una clase de fotografía e inocentemente, como siempre hacía las fotos familiares, pensé que me encantaría trabajar como fotógrafa así que en vez de ir a la Universidad me matriculé en una escuela de Fotografía Artística. Las prácticas obligatorias de esta escuela fueron un punto de inflexión. Al decidir hacerlas en el Arxiu Fotográfic de Barcelona marcaron mi camino hacia el mundo de la documentación. Me gustó tanto el mundo que al año siguiente me matriculé en el grado de Información y Documentación de la UB. En poco tiempo, y después de pasar por varias instituciones, acabé como becaria en una fundación de arte contemporáneo dónde sigo mi carrera profesional como bibliotecaria/documentalista y procesadora de datos.  El arte volvía a mi encuentro. La Fundació Vila Casas es una fundación de arte contemporáneo catalán que lleva más de 20 años promocionando y difundiendo el arte a través de 4 museos repartidos por el territorio y apoyando a los nuevos creadores con su premio anual de pintura/fotografía y escultura. 

Trabajar en la Fundación me ha hecho ver desde otra perspectiva las exposiciones que tengo al alcance. Cada vez que entro en la sala de un museo miro el espacio, las cartelas explicativas, las vitrinas y demás estructuras que necesitan las salas para ofrecer una visita placentera al usuario. Y eso que no me encargo de la gestión de las exposiciones pero como somos un equipo pequeño siempre acabamos ayudando en algo.

A raíz de la dichosa pandemia o quizá un poco antes porque lo asocio demasiado al trabajo el acto de visitar exposiciones había quedado de lado pero esta semana pasada he ido a visitar a mi tío que vive en Málaga, al Sur de España, y me he pasado 4 días admirando sus museos. 

Uno de los atractivos de la ciudad es el Museo Picasso, ubicado en un antiguo palacete con un patio interior. El museo, como muchos otros, ofrece una interesantísima audioguía que ayuda a comprender algunas obras a través de anécdotas y palabras del propio artista. De esta manera descubrí que ya desde joven Picasso tenía la obsesión de representar los retratos con sombreros o pañuelos. Otro descubrimiento fueron las esculturas ya sean de hierro o de yeso a partir de cosas encontradas.

La exposición temporal del momento sobre Paula Rego también era interesante, sobre todo por el discurso que hay detrás de muchas de sus obras. Ya sea por los derechos de la mujer o por la crítica a las políticas de Portugal de la época. Finalmente, no se puede salir del museo sin ir al sótano dónde se pueden ver restos arqueológicos tanto fenicios como romanos. Este yacimiento arqueológico no es nada comparado con el que se puede ver en el Museo de Málaga donde también se puede conocer un poco de la cultura andaluza a través de sus obras costumbristas. Una de las cosas que me ha gustado más del viaje es descubrir esta faceta tan antigua de la ciudad, Malaka. No era nada consciente de la historia que hay detrás. Me parece asombroso cómo hemos llegado dónde estamos ahora aunque en el camino de la civilización nos hemos olvidado de cuidar nuestro sustento, la tierra. Los primeros habitantes de la ciudad no se hubiesen asentado si el mar no les hubiese proporcionado pescado para preparar el famosos garum creo que es algo que no hay que olvidar.

Otro de los museos que visité fue el Museo Thyssen que destaca sobre todo por sus exposiciones temporales. Con la actual, Realismos, disfruté reconociendo a autores que tenemos en la colección de la Fundación. Para acabar, el museo donde he disfrutado más estos días, el Centre Pompidou. Sólo tuve tiempo de visitar una de las exposiciones temporales pero con eso me quedé más que satisfecha y pude admirar sus salas durante unas dos largas horas.  

Un tiempo propio surge a partir del inicio de la pandemia cuando todo quedó parado y nos recluimos en nuestras casas. El recorrido de las salas invita a reflexionar sobre las distintas formas que puede adoptar el tiempo de cada uno, desde el más literal al más onírico. Está dividido en 6 secciones. Tiempo de ocio: donde podemos ver a niños jugando, personas leyendo, etc. Al recorrer la sala puedes verte a tí mismo reflejado, abstraído. De la misma manera que lo hacíamos de pequeños. Tiempo de vacaciones: reflexiona sobre las vacaciones pagadas de los países industrializados. En esta parte se puede ver algún que otro cachivache inventado para ayudar a pasar el tiempo, como juegos portátiles y se hacer una crítica a toda la industria que hay detrás de las vacaciones. No entiendo porque hay tanta gente que necesita por ejemplo ir a la playa con todo: planchas de Paddle Surf, gafas y aletas de bucear, sombrillas enormes etc. Para mi las vacaciones consisten en seguir la máxima de Elio en Call me by your name cuando Oliver le pregunta que se hace ahí y le responde nada, leer, bañarse, conversar, esperar que pase el verano. Con todos estos objetos alrededor de las vacaciones se olvida el placer que supone leer junto al mar, o cerrar los ojos al sol y simplemente escuchar el sonido de las olas mientras el sol de te va calentando lentamente. Tiempo de introspección: crítica el sistema capitalista que sólo quiere personas productivas, intenta ser una oda a las personas mayores y cómo cambia su día a día. Tiempo de intersticios: reflexiona sobre los momentos intermedios, los desplazamientos, el dormir, etc.  Tiempo interior: la parte más onírica a través del mundo de los sueños y los recuerdos. Por último, Tiempo de confrontación: las obras de esta sección exploran la capacidad del arte para trascender de la realidad, para concebir de otra manera la relación entre nosotros y la naturaleza y la construcción de nuestra intimidad. 

Es una exposición que abarca muchas épocas y estilos diferentes pero está muy bien montada y todo “fluye” hasta la siguiente sección. Esto es difícil de conseguir, las exposiciones colectivas si no están muy bien planteadas tienden a desbalancearse . Hace reflexionar sobre la importancia de tener una pasión/afición que nos ayude a relajarnos y abstraernos del día a día de la misma manera que lo hago con la lectura y la repostería.  Es fácil verse reflejado en alguna de las obras, ya sea en la languidez de una mujer leyendo o en la vitalidad del niño que una vez fuimos  Por la manera que está montada y sobre todo por la sección más onírica me recordó a una exposición que tuve la suerte de ver con visita guiada del comisario hace unos años, en el CCCB, La llum negra. Puede que fuese una de las últimas exposiciones que disfrute realmente. 

Estos días visitando museos me han hecho redescubrirlos. Tengo ganas de que llegue septiembre y no perderme la exposición de Turner del Mnac para sentirme dentro de esos paisajes ingleses que hace tiempo que no puedo visitar y dónde si volviese a nacer me gustaría vivir. Porque esto es lo que me gusta más de visitar exposiciones: relacionarlos con momentos vitales y sentirme parte del cuadro.  

Claudia Hervás Arman
Texto escrito entre la Costa Brava y la Costa del Sol, agosto de 2022.
Todas las fotos están hechas con un móvil entre Málaga y Llançà.

Visita el perfil de Claudia en Instagram

Acuérdate, sé respetuoso/a con mi trabajo, si no te gusta simplemente busca otro contenido acorde contigo, seguro lo hay. Y por supuesto, puedes compartir lo que publico, mencionándome en las entradas que hagas a través de cualquier medio.

Deja un Comentario

Contacto

¿Tienes preguntas?

¿Quieres colaborar como marca o persona inspiradora? ¿O tienes otras ideas interesantes?
Escríbeme a través de este formulario, en breve me pondré en contacto contigo.

    Las Horas del Verano © 2025. Todos los derechos reservados.

    Go to Top