Publicado por Sebastián Ramírez C.
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Cuando hablamos de estos temas, inconscientemente los vemos como figuras antagónicas porque implícitamente existe la idea de que la ciencia no ha resuelto el enigma de un ser superior, los milagros o el espíritu, según el método científico, y por tanto, para la ciencia no existen, en consecuencia, no habría en qué tener fe.
Sin embargo, me gustaría revisar en esta corriente de la conciencia, que ciencia y fe son dos figuras colaborativas, propias por si solas del ser humano, y lo hablo desde mi perspectiva de médico.
En la naturaleza de la fe se distinguen 3 elementos que la conforman; la fe como afecto, la fe como acto de creer y la fe como conocimiento. En el último punto subyace la razón o idea que mueve al creyente, esta idea que le es develada. Aquello, autores lo definen como conocimiento propositivo o proposicional y es aceptado como una creencia razonable siempre que el lector acepte el hecho de la capacidad cognitiva especial (develación y herencia de develaciones) como método de evidencia.
Frente a esta naturaleza de la fe es que inicia mi corriente de la conciencia, al incluir dos nuevos actores entre ciencia y fe, la primera: la información. La información es un conjunto de datos el cual utiliza un código para conformar un mensaje. Para que ese mensaje sea comprendido requiere que el código sea interpretado, por tanto, requiere de un transductor y traductor para que el mensaje llegue correctamente al receptor. Requiere un transductor(*) porque el código de la información puede estar contenido en distintos tipos de energías que pueden requerir ser transformadas para lograr ser recodificadas. Ejemplo de ello es como la información viaja en nuestros computadores a través de señales eléctricas, ondas electromagnéticas y llegan a la pantalla transformándose en luz, la cual nuestros ojos vuelven a transformar esas señales en señales electroquímicas, nuestro cerebro las interpreta y es así como entiendes este texto.
Entonces, una pregunta, ¿qué pasa con los datos que están en la naturaleza y que no hemos sido capaces de transformar en energía codificable y entendible? ¿Esos datos no existen ó los desconocemos? Aquí es donde nace la actitud que tengo como profesional de la ciencia y la salud: humildad, siendo este el segundo actor que quiero incluir. Sin humildad creeremos entonces que lo sabemos todo y que la ciencia no tiene nada más que descubrir, siendo que lo que tiene que hacer es descubrir nuevos métodos para la correcta transducción(*) de la energía. En este mismo sentido, como persona de ciencia, ¿podemos ser suficientemente humildes para respetar el concepto de develación? Somos transductores de energía que no conocemos del todo y veo en mis pacientes como es que, en algunos casos, la fe es lo único que los mantiene en pie.
Sebastián Ramírez C.
Médico en el sur de Chile
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(**) Transducción: transformación de un tipo de señal en otro distinto.
(*)Transductor: (m. Biol.) Entidad biológica, por lo general una proteína o un conjunto de proteínas, que lleva a cabo la transformación de una acción hormonal en una actividad enzimática.
Fuente: Diccionario de la lengua española, RAE.
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