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Hablar de cambios, depende de con quien lo converses, puede ser un delirio. Y sin embargo, los cambios durante toda la vida son una constate y a la vez una necesidad o consecuencia de algo esencial para avanzar, crecer, vivir.
Desde que comencé este proyecto, por sí solo ha ido pidiendo cambios y los he ido atendiendo en la medida de mis posibilidades. También soy consciente de que hay varios de esos giros de timón que aún están al debe. Ahí están, esperando a que llegue su turno, porque llegará el momento de ocuparse de ellos. Estoy decidida a hacerlo.
Y para abordar estos cambios previamente he tomado medidas importantes, sé que me doy más vueltas de las necesarias y de las que quisiera; y es que mi mente se dispersa, se bloquea o presenta sus descargos con firmeza, también postergo. Es por esto que, he trabajado mucho desde dentro hacia afuera para abordar la inquietud, la ansiedad, el tono, priorizar y avanzar. No llego y me lanzo, que más quisiera. Ahora ya sé que estoy en el camino, hace tiempo, sí, hoy mucho más consciente, mucho más firme, desde mi corazón en unión con mi mente, con la fuerza del cuerpo y mis acciones.
Y parece que no digo nada, cierto? Esto es así, ¿comparto o no la menudencia? ¿Para qué? Lo dejo hasta aquí, sé que este año para Las Horas del Verano (LHV), se vienen cosas nuevas. Y las quiero compartir con el mundo; a quien lo reciba con amor, a quien le sirva, a quien le guste y disfrute. Y también disfrutando yo.
Para cerrar; anoche terminé un libro que amé, se llama Tiene que ser aquí de Maggie O’Farrell y vaya qué historia, que tremendo libro. Una maravilla. Admito que después de leerlo y sumado a otras experiencias recientes, me agarro a la vida con fuerza, suavidad y disfrute, reconociéndome, y también aprehendiendo amorosamente la energía de la Tierra. Este libro ha sido para mí, inspiración. Inspiración para ir con mas determinación abordando los cambios, los que vengan. Siento el amor.
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