La oscuridad de mi vasija muestra sus rendijas de luz, aberturas que iluminan mis pasos que se aferran firmes en su caminar.
Mi vasija que bien lleva agua, bien lleva sangre, derrama dones y sueños, los eleva a los cielos y los entrega honrando a la Tierra.
La vasija que soy se muestra, la tomo desde la raíz y en lugar de quebrarse, se revela rotunda, determinada, dúctil.
El movimiento del cuerpo y las manos resuenan con sus misterios, nada se escapa. Mi vasija es digna de belleza y fuerza.
Una bóveda estrellada conecta sistemas, oleadas en movimiento encienden las sombras, ¡la potencia estremece a la vez que expande!
Mi vasija se derrama y nada duele ni entristece porque ella no está dañada, es recipiente tierno y amoroso. Su tibieza da calma, abre paso a la vida.
Mi vasija es portal, es puente.
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