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Horas y horas de encierro. Horas que se vuelven días, meses, años. Metros cuadrados que retuercen la existencia.

Apenas nos damos cuenta de los cambios que experimenta el día. Las paredes permanecen, los trayectos nos endurecen. ¿Y qué pasa con la vida, con nuestra vida?

Grandes alturas codician el suelo, poco a poco y a paso de gigante lo quieren abarcar todo. Nuestros ojos lo ven, todos lo ven. Algunos saben.

El cemento alrededor va cerrando el camino. Prosperidad, dicen sus carteles. La evidencia duele. Lamentos, quejas, rabias, descontento, apatía.

Algo pasa, nuestro ánimo, nuestro cuerpo lo resienten. ¿Qué nos dicen, qué vemos, qué le pasa a los nuestros? Se teme; la desconfianza se instala con fuerza.

Las voces se elevan ¡hasta cuando! Gritan, se encienden. En casa, en el encierro, se revuelven los días, también las noches. Unos buscan otros todavía esperan.

Creemos que todo está bien pero en el fondo sabemos...¿Dónde están los jardines, los árboles, las flores? Relegadas o necesitadas. Como los humanos de aquí, de allá.

¿Por dónde están los pasos que han sido despojados de la Tierra? A unos cuantos metros de altura, unos sobre otros, unidos por el hormigón, o tal vez justo debajo, sepultados.

¡Despojados! ¿Así nos quieren? ¿Quién puede querer que la candidez de un niño apenas sienta la voz de la madre, la voz del padre, la caricia amorosa, el consuelo dulce, la ternura del amor?

¡Montañas, ríos, mares, bosques, lagos, campos, flores, sol, luna, estrellas! Madres, padres, abuelas, abuelos, hermanos, hermanas; la risa, los afectos, la contención!

Dime Tierra, dime fuego, dime aire, dime agua ¿Dónde está lo salvaje? ¿Quién lo ha visto?

!Llamémoslo, evoquémoslo! Salvaje quien ama y abraza, arroja el cemento, la estrechez y el sino al último rincón para que sea disuelto.

¡Salvaje, sí! quien mira a los ojos y habla con nobleza desde la hondonada de su alma. Se atreve y desafía lo conocido y se arroja a la corriente de la vida.

¿Dónde están tierra, fuego, aire y agua? Siempre en ti, dicen fuerte! Levántense, muestren el camino de tal forma que nuestros ojos no tengan más opción que verlo.

¡Libertad! con el fuego de un corazón valiente que nos entrega la vida.


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